Los que recién empiezan en el mundo de la traducción profesional, como en casi todas las profesiones, inician sin experiencia o con muy poca.
Los proyectos iniciales constituyen grandes retos, y se debe ser extremadamente cuidadoso para no incurrir en errores que pueden resultar en perjuicios para quien recibe el documento final.
En las empresas de traducción, estos errores son amortiguados o eliminados por un sistema de revisión, que atraviesa por lo general doble revisión, y se basa en que dos personas difícilmente dejan pasar el mismo error.
Cuando se trata de especialidad
En muchas ocasiones los proyectos que llegan a nuestras manos, son documentos o textos de una materia especializada.
Allí se debe hacer gala no solo de conocimiento lingüístico y gramatical, sino también se debe conocer de la materia en particular.
No pareciera bastar con tener a la disposición material especializado como manuales o diccionarios específicos, sino que debe buscar que la segunda revisión que se dé al documento final, sea realizada por un experto en la materia específica.
Esta previsión es para evitar que se escapen errores de gran importancia, que puedan causar consecuencias graves.
Cabe preguntarse, si el traductor que emprende el proyecto en materia especializada, lo hace como independiente, ¿Cómo puede prevenir los fallos? ¿Debe buscar un revisor experto en la materia?
Pareciera lo más lógico, pero fácilmente podemos concluir que emplea más tiempo en entregar el resultado, y además deberá cancelar algún importe al experto.
¿Puede evitarse?
Cuando se realiza un proyecto de traducción, siempre se debe seguir un paso a paso, para asegurar que termine en traducción exitosa.
En primer lugar, se recibe el documento original, para ser leído, sin todavía comprometerse a realizar la traducción. En esta lectura el profesional podrá realizar un estudio eliminatorio.
Se debe considerar lo referente a dificultad por extensión, por nivel de complejidad y además por materia.
En este momento, se puede observar claramente, que el documento debe ser trasladado a otra lengua distinta, y que versa en una materia determinada que puede ser en mayor o menor medida compleja.
Allí puede uno como traductor profesional, calibrar, si el tiempo en que se debe entregar el documento final, es suficiente para acometer el proyecto, y entregarlo puntualmente.
También debe tenerse la capacidad de concluir, si el pago que se recibirá por realizar la traducción, cubre lo necesario para que sea remuneración justa para quien traduce, y logre cumplir con una revisión por parte de un experto adicional.
De no cumplir con estos dos supuestos, tiempo y pago suficiente, es preferible declinar, ante la posibilidad de cometer errores.
Revisión de siempre
Una vez se realiza el presupuesto, y es aceptado por el cliente, se procede a realizar la traducción.
Siempre se estima prudente, que una vez concluido el traslado del documento a la lengua de destino que se requiere, se deje reposar el documento.
Esto es, que el mismo traductor puede realizar una nueva lectura del documento final, como si se tratara de un documento nuevo, para intentar atrapar posibles errores, al mirar con nueva perspectiva.
Esta revisión del mismo traductor debe preceder a la revisión externa que realizará el revisor encargado, o el experto en la materia que se haya contratado.
La posibilidad de cometer errores en una traducción siempre estará presente, pues quien realiza el trabajo es una persona.
Sin embargo, si se cuidan los supuestos de tiempo y honorarios, es posible minimizar la ocurrencia de fallos en cada traducción realizada.